Eran cerca de las doce
treinta de la noche, gran parte de la ciudad dormía plácidamente en mullidas y
calientes camas, solo de vez en cuando, se veía algún automóvil corriendo por
las calles frías de otoño. Algunos eran lindos autos familiares, económicos y
funcionales, otros eran camionetas que compraban aquellos que buscaban una
seguridad ficticia, y otros eran autos caros, pero discretos, de un color negro
metálico, con vidrios entintados y rines color plata. En estos últimos, se
movía Xavier, junto con sus compañeros, eran cuatro personas por auto y había tres
autos en total, circulando rápida pero discretamente por las avenidas de manera
casi autómata.
Xavier iba en el
asiento de copiloto, recostado y mirando despreocupadamente el pasar de las
farolas que alumbraban el camino, a su lado, manejando, se encontraba Ricardo,
un hombre alto y delgado, de tez blanca y mirada hundida, en la parte trasera
estaban Rogelio y Amador, unos jóvenes entusiastas y emocionados por ingresar
al negocio, en los demás autos iban algunos compañeros de bajo rango cuyos
nombres no recordaba. Realmente le parecía una exageración que doce personas
fueran tras una sola, pero en fin, era un trabajo y mientras más fueran, mayor
era la paga. Xavier cerró los ojos un momento y se recostó por completo en el
asiento, aun faltaban cerca de diez minutos de trayecto antes de llegar al
objetivo, así que tenía tiempo de relajarse un poco.
A los pocos segundos
una representación se dio en su cabeza, era la imagen de su jefe, R.J. diciéndole
que hacer; -Vas a llevarte a los
muchachos ¿entiendes? No quiero excusas Xavier, se perfectamente que eres capaz
tu solo de cumplir el trabajo, pero el cliente pidió explícitamente que fueran más
de diez personas. Irán ustedes doce y cobraremos como si hubieran sido quince
¿entendido? Su objetivo, es esta persona-. R.J. le paso una foto algo dañada de
un hombre moreno y delgado, de ojos vivaces y brillantes. Analizó la foto y
dedujo que se trataba de una persona de unos veinticinco años, algo musculoso,
pero nada que no pudiera tratar, de un metro con ochentaicinco calculó y que no
parecía tener alguna debilidad física.
-Al parecer este chico
hizo enojar al cliente, como te imaginaras no tengo los detalles, sin embargo,
hay algo que te va a interesar, al parecer el sujeto es un fanático de las
armas de fuego, por lo que debe tener unas cuantas armas en su casa. Si todo
sale como lo planeamos y lo eliminas rápidamente, podrías agregar unos cuantos
juguetes nuevos a tu colección personal ¿Qué te parece? Claro que además recibirás
la paga “hijo”. Vayan, ya aquí tienes la dirección, recuerda, es una casa de
dos pisos, es un hombre agresivo y muy inteligente, no se confíen, mátenlo, no
lo escuchen ni lo dejen hablar, mátenlo a la primera oportunidad ¿Entendido?
Bien, pues que esperan, vayan ya por él…
-X, despierta, ya casi llegamos
al objetivo-. La voz débil y rasposa de Ricardo interrumpió sus recuerdos y
Xavier abrió los ojos perezosamente mientras se acomodaba en el asiento
nuevamente. Miró por el retrovisor y vio a sus jóvenes compañeros preparando
las pistolas, unas bellas G17 Glock de color negro, Rogelio se aseguraba de que
las armas estuvieran cargadas y aseguradas, mientras que amador colocaba los
silenciadores. Realmente Xavier detestaba la idea de tener que usar tantas
armas, serían doce personas armadas con silenciadores dentro de una casa de
tamaño promedio, la cual no contaba con salida trasera. Pintaba a que un
accidente podría suceder.
Se acomodó el cuello de
la camisa y sintió algo áspero debajo que lo hizo sobresaltarse por un segundo,
hasta que recordó el chaleco antibalas que traía puesto. Era algo muy pesado
que casi nunca usaba, pero, nuevamente, había sido petición del cliente. Al
pensar en ello, comenzó a sentirse nervioso por primera vez en mucho tiempo,
¿Por qué les pedían tanto? Realmente era mejor para ellos, era una paga más
grande, sin embargo, X presentía que el cliente les había ocultado algo. Si, el
objetivo era un conocedor de armas, y seguramente tendría unas cuantas
pistolas, sino es que rifles y escopetas, en su casa, pero eran ya las diez
minutos para la una de la mañana, era muy difícil imaginar que estuviera
despierto a esa hora…Y aun así, seguían siendo doce personas blindadas y
armadas.
Ricardo frenó
lentamente el auto y bajo rápidamente mientras Amador y Rogelio hacían lo
mismo, Xavier los siguió y se colocaron tras el auto, a los pocos segundos
llegaron los demás, esas ocho personas llevaban la cara cubierta con una máscara
de esquiar negra y lanzaron cuatro hacia Xavier, este las tomó y las repartió rápidamente
a sus compañeros. Cargo la pistola y espero la señal de Ricardo para avanzar.
Este asintió a los dos minutos y se movieron rápidamente hacia la casa.
Llegaron a la puerta y
se detuvieron un momento, un ruido de motor se acercaba a ellos, sonaba
parecido a una camioneta pesada y que avanzaba a gran velocidad, las doce
personas se ocultaron tras postes de teléfono, arboles y una barda sin terminar
de roca. Mientras esperaban a que las luces del auto se alejaran lo suficiente,
Xavier analizó con las detalle la zona. Se trataba de una zona suburbana algo
descuidada, había fragmentos de la calle ahuecados por camiones pesados,
algunas raíces de arboles habían roto muchas partes de las banquetas y algunos
de los focos del alumbrado público parpadeaban eventualmente. Las casas no eran
una belleza, pero tampoco eran un cuchitril, eran de clase media algunas
pintadas y otras con el característico color grisáceo del cemento. La casa del
objetivo era de dos pisos, pintada de color rojo sangre, opaco y manchado de tierra
y lodo en algunas partes, mientras que el gran portón que separaba un pequeño
estacionamiento del exterior era color marrón opaco.
Xavier miró a ambos
lados de la calle y dio la señal para seguir, llegaron al zaguán que medía
aproximadamente unos dos metros de alto y comenzó a trepar con la ayuda de
Amador. Se sentó sobre la delgada parte de cemento que enmarcaba la puerta y
ayudó a sus compañeros uno a uno a entrar. Al final Amador trepó y dándole una
palmada en el hombro dio un salto al suelo mientras Xavier daba una última
mirada alrededor, todo estaba muy tranquilo y no se escuchaba el mas mínimo
sonido, ni siquiera un auto pasando, algún perro en la lejanía…Nada.
Respiró hondo para
tratar de calmarse y bajó con la pistola en alto, sus compañeros hicieron lo
mismo y se acercaron a la puerta de entrada, pasaron al lado de un automóvil viejo,
de color rojo vino y que tenía atravesado un bastón de seguro en el volante.
Xavier hizo señas a dos de sus ayudantes para que se quedaran en el auto y lo
revisaran, después llegó hasta la puerta e indicó a Amador que forzara la chapa
de la puerta, Amador lo hizo y en unos cuantos minutos estaban dentro,
nuevamente indicó a otros dos que se acercaran a un cuarto que parecía ser una
cocina y se mantuvieran ahí, otros dos se quedaron en la sala de estar, revisando
las cosas y Amador y Rogelio comenzaron a buscar alguna pistola que estuviera
escondida, Xavier subió acompañado de Ricardo y otros dos acompañantes, a estos
últimos hizo una señal para que se quedaran en el punto medio de las escaleras
y mantuvieran los ojos en las ventanas.
Mientras tanto, Ricardo
ya revisaba el pasillo, que poseía 3 puertas, dos a la izquierda un una a la
derecha, las primeras dos eran de un color marrón semejante al del zaguán y la
ultima estaba pintada de color blanco mate. Xavier le indicó a Ricardo que
abriera la primera puerta de la izquierda mientras él se acercaba a la segunda.
Ambos pusieron suavemente la mano sobre el picaporte y al mismo tiempo jalaron
las puertas hacia el pasillo y entraron a los cuartos. Xavier se encontró de inmediato
con una cama que lo hizo tropezar y caer de bruces sobre esta, trató de
incorporarse, pero resbaló con las sabanas y cayó del otro lado de la cama golpeándose
la cabeza.
Quedó tumbado unos
segundos, tratando de reponerse de la sorpresa y del fuerte golpe, mientras
afinaba el oído y la vista tratando de reconocer algo en el cuarto, pero no había
nada, solo unos cuantos muebles, y una pequeña ventana redonda en lo alto del
cuarto, por la cual solo entraba un ligerísimo brillo de luz exterior. Se
incorporó y maldijo por lo bajo mientras brincaba sobre la cama para pasar al
pasillo, entonces sintió de nuevo ese hueco en el estomago, ese presentimiento
de que algo estaba mal. Miró hacia el fondo del pasillo, y no distinguió nada más
que las sombras de las barandillas de la escalera, no había rastro de sus dos
compañeros, entonces levantó la pistola, y se acercó a donde Ricardo había entrado,
se asomó lentamente, tratando de distinguir en la oscuridad y sintió como si
todos los órganos de su cuerpo se alzaran dentro de si y después se dejaran
caer.
En el suelo, rodeado de
sangre, estaba Ricardo, al igual que en el cuarto anterior, una cama muy baja
tapaba la puerta, pero al parecer Ricardo cayó y no tuvo oportunidad de
levantarse antes de recibir tres disparos en la cabeza. Xavier pateó la cama
para poder pasar y se acercó lentamente al cadáver, cuidando las esquinas, una
vez seguro de que no había nadie más se arrodilló junto al cuerpo y revisó los
impactos. Cada uno fue dado en la nuca, por lo que el primero fue mortal, entonces
¿Por qué le dio los otros dos tiros? Seguramente se trataba de un tirador
inexperto en combate real, y desperdició dos balas en un objetivo muerto. Mejor
para él, serían 2 balas que ya no lo tocarían a él o a su equipo…
Entonces Xavier escuchó
una serie de silbidos agudos y rápidos provenientes de abajo y su sangre se
heló. Los demás estaban disparando, bajó rápidamente, pero solo encontró seis
cuerpos sin vida, todos con el mismo tipo de disparo, un pequeño hueco entre
los ojos del cual salían delgados hilos de sangre y uno que otro minúsculo pedazo
de materia gris. Xavier comenzó a tener miedo, empezó a temblar ligeramente y
el sudor llenó su frente y palmas de las manos, todo eso pasó en el lapso de
tiempo en que cayó de la cama hasta que salió, lo cual estaba seguro, no fueron
más de treinta segundos. No había duda, su primera suposición fue errada, se
trataba de un objetivo experto, un hombre instruido en como matar y disparar
tranquilamente y peor aún, tenía la sangre tan fría, que incluso verse superado
en seis a uno no le impidieron dar tiros exactos y perfectos. Era un enemigo a
temer. Ya no le importaba el trabajo, lo único que Xavier quería era salir de ahí,
había tenido miedo en su vida, pero era a cosas o personas que conocía muy
bien, pero esto era diferente, era un terror, un pánico a una persona que ni
siquiera conocía y que en menos de un minuto arrasó con más de la mitad de su
equipo. Xavier salió de la casa rápidamente tratando de llegar a la puerta,
pero tropezó con algo y cayó golpeándose la boca con una roca. Sintió el cálido
y característico sabor de la sangre que salía de sus encías lastimadas y giró
sobre sí mismo para ver que lo había hecho caer.
Eran los otros dos
compañeros que dejo a cargo del auto, ambos estaban degollados, prácticamente de
lado a lado, con la sangre aun brotando por las heridas. Pero había algo raro
en esa escena, uno de ellos tenía un corte casi quirúrgico, fino y exacto,
mientras que el otro estaba torcido, con partes más gruesas que otras, además de
3 puñaladas que estaban a la altura de sus pulmones. Era probable que eso
sucediera por los nervios del objetivo, o porque el muerto se dio cuenta de que
pasaba y trato de defenderse. Aun así, era raro que un asesino frío y
calculador diera tal desliz arriesgándose a ser herido. A menos que fueran dos
los objetivos…
Entonces se escuchó un
grito en la casa, seguido de golpes y un portazo. Xavier miró hacia la casa y
entonces recordó a Rogelio y Amador, ninguno de los dos estaban entre los cadáveres,
eso era seguro, entonces… Se puso en pie de un brinco, recogió su arma y salió disparado
hacia la casa, si podía salvar a esos dos jóvenes aun tendrían oportunidad de
terminar el trabajo…No, eso ya no importaba, lo importante era salir vivos de
esa casa, poder huir de ese asesino silencioso.
Xavier llegó al piso de
arriba, y seguía tal cual lo había dejado, las dos puertas de la izquierda
abiertas de par en par y la puerta de la derecha cerrada, se armó de valor,
quitó el seguro a su arma y se encaminó lentamente hacia la puerta, puso la
mano lentamente en el picaporte y abrió la puerta de un jalón. Solo logro ver
unas luces blancas, segadoras frente a él antes de que una sombra saliera de
repente, lo golpeara en la cara y se desmayara antes de tocar el suelo.
Durante ese lapso,
Xavier soñó con su hogar de niño, recordó viejas bromas, salidas con sus
amigos, campamentos con su padre…Y el accidente que se lo arrebató… -Venga
maldito, despierta ya-. Un cubo de agua helada le cayó en la cara, despertándolo
de golpe y haciéndolo respirar con dificultad, sentía como el agua había entrado
en sus fosas nasales y estaba llegando a su garganta, tosió y al hacerlo sintió
un dolor enorme a la altura de sus costillas, entonces todo el dolor de su
cuerpo afloró y le provocó una sensación de aturdimiento tal, que casi se
desmaya de nuevo. Levantó la mirada y frente a él se encontraba el objetivo, un
hombre alto, moreno, musculoso y bien parecido, quien lo veía con esos ojos
brillantes y vivaces.
-Buenas noches
amiguito, perdona que no te ofreciera nada de beber más que agua fría, pero no
acostumbro recibir visitas a estas horas de la madrugada y menos siendo
tantos.- El hombre hizo un gesto con la mano hacia atrás y Xavier vio con
horror los once cadáveres de sus compañeros caídos, todos apilados uno sobre
otro, con la sangre revolviéndose y empapando las ropas y el piso. El cuarto parecía
ser un sótano improvisado, donde las paredes apenas si se podían llamar así,
pues solo era un hueco en la tierra con algunas columnas sosteniendo el techo y
sin paredes. No había nada más que luces blancas de baterías y una cubeta vacía
tirada. Entonces, el sujeto moreno tomó por los cabellos a Xavier y le levantó
la cabeza.
-Dejémonos de juegos
¿Vale? Me imaginó que te envió Álvaro ¿No? Qué triste y tierno a la vez, enviar
a unos matones por mí en lugar de enfrentarme de frente como un hombre. Típico
de un cobarde como él, pero bueno, tengo que admitir que me siento alagado,
enviar a doce hombres contra mi solo, es casi injusto…CASÍ.- El hombre comenzó
a reír y soltó a Xavier, este sentía como la cuerda estaba abriendo poco a poco
la piel de sus brazos y piernas y sentía como si sus costillas se fueran a
romper, si no ya tenía una rota, en cualquier momento. Trató de aflojar las
cuerdas moviéndose pero inmediatamente recibió un disparo en el pie derecho, haciéndolo
gritar y cerrar los ojos de dolor. Podía sentir que llegaba al límite de su
aguante físico y sabía que ese disparo solo lo dejaba con unos treinta minutos
antes de morir por el shock y el desangramiento.
-No, no, no. Lo siento
amigo mío, pero no puedo dejar que te sueltes. Verás, aun no me dices lo que
quiero saber y si no me lo dices, no puedo soltarte ¿Estamos? Bien, ahora
quiero que me digas quien te envió por mí, vamos, dilo, no me enojare, te lo
juro.- Xavier sentía de nuevo ese pánico recorriendo sus venas, ese hombre
estaba claramente loco y trataba la situación como un juego, pero no tenía
opción. Si no recibía atención medica moriría, después de todo, no se trataba
de una película, donde el protagonista podía recibir diez disparos sin siquiera
quejarse, en la vida real, cualquier disparo representaba una muerte casi
segura.
-Está bien… Somos
mercenarios… Nos contratan para matar… Objetivos específicos… Mi jefe se hace
llamar R.J.… nos dijo que… Alguien te quiere ver muerto… No sé quien es Álvaro…
Nunca nos enteramos… De quien nos contrata…
-Vaya, vaya, entonces dices
que ni tu ni tus amigos tenían ni la mas mínima idea de que los enviaran contra
mi ¿verdad? Mmm, veras, ahora estoy en un predicamento, por una lado me siento
culpable por haberlos matado, ya que ustedes no tenían la culpa de esto…Pero
por otro, ustedes son mercenarios, así que me imagino que estaban listos para
morir ¿No? Digo, debería de ser parte de su vida diaria el estar listos a
morir. Bueno, realmente no me importa, como creo que sabrás, ten quedan cerca
de quince minutos antes de que te desangres o entres en shock debido al dolor y
yo aquí tengo un celular que solo tiene batería para una llamada, que mal ¿No
te parece? Solo podrías llamar a tu jefe o al servicio médico para que vengan
por ti. Ahora, la pregunta es, ¿Quién vale más? ¿Tu o tú jefe? Veras, si lo
llamas a él tendré el numero registrado y podré ir a matarlo, pero no creo que
recibas más atención medica que la mía, la cual me gustaría aclarar, no es para
nada desechable ya que te salvarías y después podrías ir al médico y no tendrías
que trabajar en esto nunca más. Pero por otro lado puedes llamar a emergencias,
decirles esta dirección, y vendrían por ti y quizá te salves, pero… ¿Qué haría
tu jefe si sabe que no terminaste el trabajo? Él seguiría vivo, pues no soy tan
bueno como para esperar fuera de tu habitación de hospital a que llegué, así
que lo perdería y tendría que esperar más tiempo para llegar a mi objetivo. Tú
por otro lado no tendrías más tiempo…Así que… ¿Qué decides?
-Por favor… Déjame
llamar a un hospital… Me estoy muriendo…
-Respuesta equivocada,
amigo mío.- El sujeto levantó nuevamente el arma y le disparo en el hombro a
Xavier, este dio otro grito mientras sentía el calor de la bala y la sangre emanando
de su clavícula y omóplato rotos, estaba perdiendo el conocimiento, estaba a
punto de desmayarse de dolor y morir en aquel sótano mugriento y oscuro.
Levantó la mirada hacia aquel hombre tan
sádico y sintió un odio revolviéndose con el miedo en su interior, pero no lo
odiaba a él, estaba odiando a R.J., estaba odiando a su cliente desconocido por
el cual once personas ya habían muerto y una mas estaba por dejar el mundo… Se
estaba odiando por haber aceptado ese trabajo…
-Quieres matarlos
¿Verdad? Quieres que esos dos sufran lo mismo que estas pasando tu o incluso
mas ¿No es así? Anda, solo dime el número de tu jefe, dímelo, lo encontrare y
acabaré con él, lo torturare al borde de la locura y hare lo mismo con quien
los contrato ¿Qué te parece? Anda, solo dímelo, dime el numero… ¡Dímelo!
Xavier comenzó a decir número
por número el teléfono de contacto con R.J., estaba seguro de que moriría en
ese lugar, pero sabía que al menos R.J. también pagaría. El hombre moreno
levantó el celular, miró un momento la pantalla y soltó una risita de
satisfacción, presionó un botón y se escuchó como se marcaba el número. Sonó
tres veces antes de que se descolgara, y respondió la característica voz enérgica
y siempre enojada de R.J.:
-¿Quién es? ¿Quién te
dio este número?
-R.J…. Soy Xavier… Nos
atrapó a todos… Todos están muertos… Y no me queda mucho…
-¿Xavier? ¿Quién es Xavier?
Lo siento… No… No conozco a ningún Xavier, se ha equivocado de número… Por favor,
no vuelva a molestar…- Se escuchó que alguien al otro lado revolvía cosas y
movia cajones, lo cual hizo que la ira de Xavier aumentara, ¿Lo negaría? ¿R.J.
era tan cobarde como para fingir demencia? Xavier estaba a punto de gritarle al
aparato, pero el otro personaje levantó el teléfono y se lo llevó a la oreja:
-¡Hola Álvaro! ¿Cómo
has estado? ¿Sigues buscando la manera de matarme? Que mal Álvaro, entonces
creo que sigues enojado por lo que paso ¿Verdad? Que lastima, y yo que deseaba
invitarte a mi casa a cenar un día de estos, pero sería tu y yo solos ¿Eh? Ya
me arte de estar gastando lo que te preparo en tus amigos mercenarios… ¿Ya
cuantos van con este equipo? ¿Treinta? ¿Cuarenta? La verdad es que he perdido
la cuenta, pero no te preocupes, que te parece si mejor voy a buscarte a tu
casa ¿Eh? Suena bien ¿No?... Prepárate Álvaro, porque te juro que es la última
vez en tu vida que estarás tan cerca de matarme y por cierto, usar tu apodo de
la prepa de “R.J.” es estúpido, aun puedo saber que eres tú, no creas que deje
de vigilarte después de lo que me hiciste… Si, fue enteramente tu culpa, Dime
¿De verdad te jodía tanto el hecho de que no se desvelara pensando en ti?
¿Tanto te molestaba que sus besos y caricias no fueran para ti que recurriste a
inventar eso?... Tu problema es que toda tu vida te auto compadeciste y
lamentaste tu desgracia, pero jamás hiciste nada para solucionarla, en cambio
yo, salí adelante, aun después de lo que me hiciste, viví. Pero no, aun así
tenias que intentar matarme ¿verdad? Pues bien, aquí se termina esto Álvaro…
No, no podrás esconderte, no importa que tan lejos vayas, te voy a encontrar y
voy a hacerte entender que desaprovechaste tu vida odiándome… Adiós mi querido
y viejo amigo, nos veremos muy, muy pronto, te lo juro. Bye…
El sujeto colgó el teléfono,
lo arrojó lejos y se encamino a las escaleras, entonces, Xavier forcejeo con
las cuerdas, pero solo logro caer de costado en el suelo sobre el hombro herido,
entonces el hombre se dio media vuelta y miró con tranquilidad y compasión a
Xavier. –Lastima, podría haberte salvado…- Levantó el arma y le disparó entre
ceja y ceja a Xavier. Después subió las escaleras hacia el exterior, pero antes
de salir, se quedó en el último escalón un segundo, arrojó el arma al fondo del
sótano, se arrancó los guantes de látex transparentes y salió hacia los
incipientes rayos del sol, que anunciaban un nuevo día, una amanecer… Una nueva
oportunidad para matarlo.