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12 de junio de 2013

Nueva Oportunidad

Eran cerca de las doce treinta de la noche, gran parte de la ciudad dormía plácidamente en mullidas y calientes camas, solo de vez en cuando, se veía algún automóvil corriendo por las calles frías de otoño. Algunos eran lindos autos familiares, económicos y funcionales, otros eran camionetas que compraban aquellos que buscaban una seguridad ficticia, y otros eran autos caros, pero discretos, de un color negro metálico, con vidrios entintados y rines color plata. En estos últimos, se movía Xavier, junto con sus compañeros, eran cuatro personas por auto y había tres autos en total, circulando rápida pero discretamente por las avenidas de manera casi autómata.

Xavier iba en el asiento de copiloto, recostado y mirando despreocupadamente el pasar de las farolas que alumbraban el camino, a su lado, manejando, se encontraba Ricardo, un hombre alto y delgado, de tez blanca y mirada hundida, en la parte trasera estaban Rogelio y Amador, unos jóvenes entusiastas y emocionados por ingresar al negocio, en los demás autos iban algunos compañeros de bajo rango cuyos nombres no recordaba. Realmente le parecía una exageración que doce personas fueran tras una sola, pero en fin, era un trabajo y mientras más fueran, mayor era la paga. Xavier cerró los ojos un momento y se recostó por completo en el asiento, aun faltaban cerca de diez minutos de trayecto antes de llegar al objetivo, así que tenía tiempo de relajarse un poco.

A los pocos segundos una representación se dio en su cabeza, era la imagen de su jefe, R.J. diciéndole que hacer; -Vas a  llevarte a los muchachos ¿entiendes? No quiero excusas Xavier, se perfectamente que eres capaz tu solo de cumplir el trabajo, pero el cliente pidió explícitamente que fueran más de diez personas. Irán ustedes doce y cobraremos como si hubieran sido quince ¿entendido? Su objetivo, es esta persona-. R.J. le paso una foto algo dañada de un hombre moreno y delgado, de ojos vivaces y brillantes. Analizó la foto y dedujo que se trataba de una persona de unos veinticinco años, algo musculoso, pero nada que no pudiera tratar, de un metro con ochentaicinco calculó y que no parecía tener alguna debilidad física.

-Al parecer este chico hizo enojar al cliente, como te imaginaras no tengo los detalles, sin embargo, hay algo que te va a interesar, al parecer el sujeto es un fanático de las armas de fuego, por lo que debe tener unas cuantas armas en su casa. Si todo sale como lo planeamos y lo eliminas rápidamente, podrías agregar unos cuantos juguetes nuevos a tu colección personal ¿Qué te parece? Claro que además recibirás la paga “hijo”. Vayan, ya aquí tienes la dirección, recuerda, es una casa de dos pisos, es un hombre agresivo y muy inteligente, no se confíen, mátenlo, no lo escuchen ni lo dejen hablar, mátenlo a la primera oportunidad ¿Entendido? Bien, pues que esperan, vayan ya por él…

-X, despierta, ya casi llegamos al objetivo-. La voz débil y rasposa de Ricardo interrumpió sus recuerdos y Xavier abrió los ojos perezosamente mientras se acomodaba en el asiento nuevamente. Miró por el retrovisor y vio a sus jóvenes compañeros preparando las pistolas, unas bellas G17 Glock de color negro, Rogelio se aseguraba de que las armas estuvieran cargadas y aseguradas, mientras que amador colocaba los silenciadores. Realmente Xavier detestaba la idea de tener que usar tantas armas, serían doce personas armadas con silenciadores dentro de una casa de tamaño promedio, la cual no contaba con salida trasera. Pintaba a que un accidente podría suceder.

Se acomodó el cuello de la camisa y sintió algo áspero debajo que lo hizo sobresaltarse por un segundo, hasta que recordó el chaleco antibalas que traía puesto. Era algo muy pesado que casi nunca usaba, pero, nuevamente, había sido petición del cliente. Al pensar en ello, comenzó a sentirse nervioso por primera vez en mucho tiempo, ¿Por qué les pedían tanto? Realmente era mejor para ellos, era una paga más grande, sin embargo, X presentía que el cliente les había ocultado algo. Si, el objetivo era un conocedor de armas, y seguramente tendría unas cuantas pistolas, sino es que rifles y escopetas, en su casa, pero eran ya las diez minutos para la una de la mañana, era muy difícil imaginar que estuviera despierto a esa hora…Y aun así, seguían siendo doce personas blindadas y armadas.

Ricardo frenó lentamente el auto y bajo rápidamente mientras Amador y Rogelio hacían lo mismo, Xavier los siguió y se colocaron tras el auto, a los pocos segundos llegaron los demás, esas ocho personas llevaban la cara cubierta con una máscara de esquiar negra y lanzaron cuatro hacia Xavier, este las tomó y las repartió rápidamente a sus compañeros. Cargo la pistola y espero la señal de Ricardo para avanzar. Este asintió a los dos minutos y se movieron rápidamente hacia la casa.

Llegaron a la puerta y se detuvieron un momento, un ruido de motor se acercaba a ellos, sonaba parecido a una camioneta pesada y que avanzaba a gran velocidad, las doce personas se ocultaron tras postes de teléfono, arboles y una barda sin terminar de roca. Mientras esperaban a que las luces del auto se alejaran lo suficiente, Xavier analizó con las detalle la zona. Se trataba de una zona suburbana algo descuidada, había fragmentos de la calle ahuecados por camiones pesados, algunas raíces de arboles habían roto muchas partes de las banquetas y algunos de los focos del alumbrado público parpadeaban eventualmente. Las casas no eran una belleza, pero tampoco eran un cuchitril, eran de clase media algunas pintadas y otras con el característico color grisáceo del cemento. La casa del objetivo era de dos pisos, pintada de color rojo sangre, opaco y manchado de tierra y lodo en algunas partes, mientras que el gran portón que separaba un pequeño estacionamiento del exterior era color marrón opaco.

Xavier miró a ambos lados de la calle y dio la señal para seguir, llegaron al zaguán que medía aproximadamente unos dos metros de alto y comenzó a trepar con la ayuda de Amador. Se sentó sobre la delgada parte de cemento que enmarcaba la puerta y ayudó a sus compañeros uno a uno a entrar. Al final Amador trepó y dándole una palmada en el hombro dio un salto al suelo mientras Xavier daba una última mirada alrededor, todo estaba muy tranquilo y no se escuchaba el mas mínimo sonido, ni siquiera un auto pasando, algún perro en la lejanía…Nada.

Respiró hondo para tratar de calmarse y bajó con la pistola en alto, sus compañeros hicieron lo mismo y se acercaron a la puerta de entrada, pasaron al lado de un automóvil viejo, de color rojo vino y que tenía atravesado un bastón de seguro en el volante. Xavier hizo señas a dos de sus ayudantes para que se quedaran en el auto y lo revisaran, después llegó hasta la puerta e indicó a Amador que forzara la chapa de la puerta, Amador lo hizo y en unos cuantos minutos estaban dentro, nuevamente indicó a otros dos que se acercaran a un cuarto que parecía ser una cocina y se mantuvieran ahí, otros dos se quedaron en la sala de estar, revisando las cosas y Amador y Rogelio comenzaron a buscar alguna pistola que estuviera escondida, Xavier subió acompañado de Ricardo y otros dos acompañantes, a estos últimos hizo una señal para que se quedaran en el punto medio de las escaleras y mantuvieran los ojos en las ventanas.

Mientras tanto, Ricardo ya revisaba el pasillo, que poseía 3 puertas, dos a la izquierda un una a la derecha, las primeras dos eran de un color marrón semejante al del zaguán y la ultima estaba pintada de color blanco mate. Xavier le indicó a Ricardo que abriera la primera puerta de la izquierda mientras él se acercaba a la segunda. Ambos pusieron suavemente la mano sobre el picaporte y al mismo tiempo jalaron las puertas hacia el pasillo y entraron a los cuartos. Xavier se encontró de inmediato con una cama que lo hizo tropezar y caer de bruces sobre esta, trató de incorporarse, pero resbaló con las sabanas y cayó del otro lado de la cama golpeándose la cabeza.

Quedó tumbado unos segundos, tratando de reponerse de la sorpresa y del fuerte golpe, mientras afinaba el oído y la vista tratando de reconocer algo en el cuarto, pero no había nada, solo unos cuantos muebles, y una pequeña ventana redonda en lo alto del cuarto, por la cual solo entraba un ligerísimo brillo de luz exterior. Se incorporó y maldijo por lo bajo mientras brincaba sobre la cama para pasar al pasillo, entonces sintió de nuevo ese hueco en el estomago, ese presentimiento de que algo estaba mal. Miró hacia el fondo del pasillo, y no distinguió nada más que las sombras de las barandillas de la escalera, no había rastro de sus dos compañeros, entonces levantó la pistola, y se acercó a donde Ricardo había entrado, se asomó lentamente, tratando de distinguir en la oscuridad y sintió como si todos los órganos de su cuerpo se alzaran dentro de si y después se dejaran caer.

En el suelo, rodeado de sangre, estaba Ricardo, al igual que en el cuarto anterior, una cama muy baja tapaba la puerta, pero al parecer Ricardo cayó y no tuvo oportunidad de levantarse antes de recibir tres disparos en la cabeza. Xavier pateó la cama para poder pasar y se acercó lentamente al cadáver, cuidando las esquinas, una vez seguro de que no había nadie más se arrodilló junto al cuerpo y revisó los impactos. Cada uno fue dado en la nuca, por lo que el primero fue mortal, entonces ¿Por qué le dio los otros dos tiros? Seguramente se trataba de un tirador inexperto en combate real, y desperdició dos balas en un objetivo muerto. Mejor para él, serían 2 balas que ya no lo tocarían a él o a su equipo…

Entonces Xavier escuchó una serie de silbidos agudos y rápidos provenientes de abajo y su sangre se heló. Los demás estaban disparando, bajó rápidamente, pero solo encontró seis cuerpos sin vida, todos con el mismo tipo de disparo, un pequeño hueco entre los ojos del cual salían delgados hilos de sangre y uno que otro minúsculo pedazo de materia gris. Xavier comenzó a tener miedo, empezó a temblar ligeramente y el sudor llenó su frente y palmas de las manos, todo eso pasó en el lapso de tiempo en que cayó de la cama hasta que salió, lo cual estaba seguro, no fueron más de treinta segundos. No había duda, su primera suposición fue errada, se trataba de un objetivo experto, un hombre instruido en como matar y disparar tranquilamente y peor aún, tenía la sangre tan fría, que incluso verse superado en seis a uno no le impidieron dar tiros exactos y perfectos. Era un enemigo a temer. Ya no le importaba el trabajo, lo único que Xavier quería era salir de ahí, había tenido miedo en su vida, pero era a cosas o personas que conocía muy bien, pero esto era diferente, era un terror, un pánico a una persona que ni siquiera conocía y que en menos de un minuto arrasó con más de la mitad de su equipo. Xavier salió de la casa rápidamente tratando de llegar a la puerta, pero tropezó con algo y cayó golpeándose la boca con una roca. Sintió el cálido y característico sabor de la sangre que salía de sus encías lastimadas y giró sobre sí mismo para ver que lo había hecho caer.
Eran los otros dos compañeros que dejo a cargo del auto, ambos estaban degollados, prácticamente de lado a lado, con la sangre aun brotando por las heridas. Pero había algo raro en esa escena, uno de ellos tenía un corte casi quirúrgico, fino y exacto, mientras que el otro estaba torcido, con partes más gruesas que otras, además de 3 puñaladas que estaban a la altura de sus pulmones. Era probable que eso sucediera por los nervios del objetivo, o porque el muerto se dio cuenta de que pasaba y trato de defenderse. Aun así, era raro que un asesino frío y calculador diera tal desliz arriesgándose a ser herido. A menos que fueran dos los objetivos…

Entonces se escuchó un grito en la casa, seguido de golpes y un portazo. Xavier miró hacia la casa y entonces recordó a Rogelio y Amador, ninguno de los dos estaban entre los cadáveres, eso era seguro, entonces… Se puso en pie de un brinco, recogió su arma y salió disparado hacia la casa, si podía salvar a esos dos jóvenes aun tendrían oportunidad de terminar el trabajo…No, eso ya no importaba, lo importante era salir vivos de esa casa, poder huir de ese asesino silencioso.

Xavier llegó al piso de arriba, y seguía tal cual lo había dejado, las dos puertas de la izquierda abiertas de par en par y la puerta de la derecha cerrada, se armó de valor, quitó el seguro a su arma y se encaminó lentamente hacia la puerta, puso la mano lentamente en el picaporte y abrió la puerta de un jalón. Solo logro ver unas luces blancas, segadoras frente a él antes de que una sombra saliera de repente, lo golpeara en la cara y se desmayara antes de tocar el suelo.

Durante ese lapso, Xavier soñó con su hogar de niño, recordó viejas bromas, salidas con sus amigos, campamentos con su padre…Y el accidente que se lo arrebató… -Venga maldito, despierta ya-. Un cubo de agua helada le cayó en la cara, despertándolo de golpe y haciéndolo respirar con dificultad, sentía como el agua había entrado en sus fosas nasales y estaba llegando a su garganta, tosió y al hacerlo sintió un dolor enorme a la altura de sus costillas, entonces todo el dolor de su cuerpo afloró y le provocó una sensación de aturdimiento tal, que casi se desmaya de nuevo. Levantó la mirada y frente a él se encontraba el objetivo, un hombre alto, moreno, musculoso y bien parecido, quien lo veía con esos ojos brillantes y vivaces.

-Buenas noches amiguito, perdona que no te ofreciera nada de beber más que agua fría, pero no acostumbro recibir visitas a estas horas de la madrugada y menos siendo tantos.- El hombre hizo un gesto con la mano hacia atrás y Xavier vio con horror los once cadáveres de sus compañeros caídos, todos apilados uno sobre otro, con la sangre revolviéndose y empapando las ropas y el piso. El cuarto parecía ser un sótano improvisado, donde las paredes apenas si se podían llamar así, pues solo era un hueco en la tierra con algunas columnas sosteniendo el techo y sin paredes. No había nada más que luces blancas de baterías y una cubeta vacía tirada. Entonces, el sujeto moreno tomó por los cabellos a Xavier y le levantó la cabeza.

-Dejémonos de juegos ¿Vale? Me imaginó que te envió Álvaro ¿No? Qué triste y tierno a la vez, enviar a unos matones por mí en lugar de enfrentarme de frente como un hombre. Típico de un cobarde como él, pero bueno, tengo que admitir que me siento alagado, enviar a doce hombres contra mi solo, es casi injusto…CASÍ.- El hombre comenzó a reír y soltó a Xavier, este sentía como la cuerda estaba abriendo poco a poco la piel de sus brazos y piernas y sentía como si sus costillas se fueran a romper, si no ya tenía una rota, en cualquier momento. Trató de aflojar las cuerdas moviéndose pero inmediatamente recibió un disparo en el pie derecho, haciéndolo gritar y cerrar los ojos de dolor. Podía sentir que llegaba al límite de su aguante físico y sabía que ese disparo solo lo dejaba con unos treinta minutos antes de morir por el shock y el desangramiento.

-No, no, no. Lo siento amigo mío, pero no puedo dejar que te sueltes. Verás, aun no me dices lo que quiero saber y si no me lo dices, no puedo soltarte ¿Estamos? Bien, ahora quiero que me digas quien te envió por mí, vamos, dilo, no me enojare, te lo juro.- Xavier sentía de nuevo ese pánico recorriendo sus venas, ese hombre estaba claramente loco y trataba la situación como un juego, pero no tenía opción. Si no recibía atención medica moriría, después de todo, no se trataba de una película, donde el protagonista podía recibir diez disparos sin siquiera quejarse, en la vida real, cualquier disparo representaba una muerte casi segura.
-Está bien… Somos mercenarios… Nos contratan para matar… Objetivos específicos… Mi jefe se hace llamar R.J.… nos dijo que… Alguien te quiere ver muerto… No sé quien es Álvaro… Nunca nos enteramos… De quien nos contrata…

-Vaya, vaya, entonces dices que ni tu ni tus amigos tenían ni la mas mínima idea de que los enviaran contra mi ¿verdad? Mmm, veras, ahora estoy en un predicamento, por una lado me siento culpable por haberlos matado, ya que ustedes no tenían la culpa de esto…Pero por otro, ustedes son mercenarios, así que me imagino que estaban listos para morir ¿No? Digo, debería de ser parte de su vida diaria el estar listos a morir. Bueno, realmente no me importa, como creo que sabrás, ten quedan cerca de quince minutos antes de que te desangres o entres en shock debido al dolor y yo aquí tengo un celular que solo tiene batería para una llamada, que mal ¿No te parece? Solo podrías llamar a tu jefe o al servicio médico para que vengan por ti. Ahora, la pregunta es, ¿Quién vale más? ¿Tu o tú jefe? Veras, si lo llamas a él tendré el numero registrado y podré ir a matarlo, pero no creo que recibas más atención medica que la mía, la cual me gustaría aclarar, no es para nada desechable ya que te salvarías y después podrías ir al médico y no tendrías que trabajar en esto nunca más. Pero por otro lado puedes llamar a emergencias, decirles esta dirección, y vendrían por ti y quizá te salves, pero… ¿Qué haría tu jefe si sabe que no terminaste el trabajo? Él seguiría vivo, pues no soy tan bueno como para esperar fuera de tu habitación de hospital a que llegué, así que lo perdería y tendría que esperar más tiempo para llegar a mi objetivo. Tú por otro lado no tendrías más tiempo…Así que… ¿Qué decides?

-Por favor… Déjame llamar a un hospital… Me estoy muriendo…

-Respuesta equivocada, amigo mío.- El sujeto levantó nuevamente el arma y le disparo en el hombro a Xavier, este dio otro grito mientras sentía el calor de la bala y la sangre emanando de su clavícula y omóplato rotos, estaba perdiendo el conocimiento, estaba a punto de desmayarse de dolor y morir en aquel sótano mugriento y oscuro. Levantó la mirada hacia  aquel hombre tan sádico y sintió un odio revolviéndose con el miedo en su interior, pero no lo odiaba a él, estaba odiando a R.J., estaba odiando a su cliente desconocido por el cual once personas ya habían muerto y una mas estaba por dejar el mundo… Se estaba odiando por haber aceptado ese trabajo…

-Quieres matarlos ¿Verdad? Quieres que esos dos sufran lo mismo que estas pasando tu o incluso mas ¿No es así? Anda, solo dime el número de tu jefe, dímelo, lo encontrare y acabaré con él, lo torturare al borde de la locura y hare lo mismo con quien los contrato ¿Qué te parece? Anda, solo dímelo, dime el numero… ¡Dímelo!

Xavier comenzó a decir número por número el teléfono de contacto con R.J., estaba seguro de que moriría en ese lugar, pero sabía que al menos R.J. también pagaría. El hombre moreno levantó el celular, miró un momento la pantalla y soltó una risita de satisfacción, presionó un botón y se escuchó como se marcaba el número. Sonó tres veces antes de que se descolgara, y respondió la característica voz enérgica y siempre enojada de R.J.:

-¿Quién es? ¿Quién te dio este número?

-R.J…. Soy Xavier… Nos atrapó a todos… Todos están muertos… Y no me queda mucho…

-¿Xavier? ¿Quién es Xavier? Lo siento… No… No conozco a ningún Xavier, se ha equivocado de número… Por favor, no vuelva a molestar…- Se escuchó que alguien al otro lado revolvía cosas y movia cajones, lo cual hizo que la ira de Xavier aumentara, ¿Lo negaría? ¿R.J. era tan cobarde como para fingir demencia? Xavier estaba a punto de gritarle al aparato, pero el otro personaje levantó el teléfono y se lo llevó a la oreja:

-¡Hola Álvaro! ¿Cómo has estado? ¿Sigues buscando la manera de matarme? Que mal Álvaro, entonces creo que sigues enojado por lo que paso ¿Verdad? Que lastima, y yo que deseaba invitarte a mi casa a cenar un día de estos, pero sería tu y yo solos ¿Eh? Ya me arte de estar gastando lo que te preparo en tus amigos mercenarios… ¿Ya cuantos van con este equipo? ¿Treinta? ¿Cuarenta? La verdad es que he perdido la cuenta, pero no te preocupes, que te parece si mejor voy a buscarte a tu casa ¿Eh? Suena bien ¿No?... Prepárate Álvaro, porque te juro que es la última vez en tu vida que estarás tan cerca de matarme y por cierto, usar tu apodo de la prepa de “R.J.” es estúpido, aun puedo saber que eres tú, no creas que deje de vigilarte después de lo que me hiciste… Si, fue enteramente tu culpa, Dime ¿De verdad te jodía tanto el hecho de que no se desvelara pensando en ti? ¿Tanto te molestaba que sus besos y caricias no fueran para ti que recurriste a inventar eso?... Tu problema es que toda tu vida te auto compadeciste y lamentaste tu desgracia, pero jamás hiciste nada para solucionarla, en cambio yo, salí adelante, aun después de lo que me hiciste, viví. Pero no, aun así tenias que intentar matarme ¿verdad? Pues bien, aquí se termina esto Álvaro… No, no podrás esconderte, no importa que tan lejos vayas, te voy a encontrar y voy a hacerte entender que desaprovechaste tu vida odiándome… Adiós mi querido y viejo amigo, nos veremos muy, muy pronto, te lo juro. Bye…


El sujeto colgó el teléfono, lo arrojó lejos y se encamino a las escaleras, entonces, Xavier forcejeo con las cuerdas, pero solo logro caer de costado en el suelo sobre el hombro herido, entonces el hombre se dio media vuelta y miró con tranquilidad y compasión a Xavier. –Lastima, podría haberte salvado…- Levantó el arma y le disparó entre ceja y ceja a Xavier. Después subió las escaleras hacia el exterior, pero antes de salir, se quedó en el último escalón un segundo, arrojó el arma al fondo del sótano, se arrancó los guantes de látex transparentes y salió hacia los incipientes rayos del sol, que anunciaban un nuevo día, una amanecer… Una nueva oportunidad para matarlo.
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