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16 de enero de 2011

Amores Diferentes

Mientras más la veía, mas ansias entraban en su alma, el éxtasis, la emoción de saber que aquella mujer hermosa era la razón de su vida lo hacía estremecerse. Pero, por alguna razón ella lo ignoraba y con voz fría llegaba a decirle un simple “hola”, pero por él no había problema, suponía que era por temor a mostrar sus sentimientos antes sus compañeros, fuera de la escuela ya habría tiempo de hablar tranquilamente.
Diariamente la esperaba en la puerta, tanto en las mañanas como en las tardes para acompañarla, pero ella estaba siempre acompañada por algún personaje con el cual él no podía hablar. Así que simplemente la dejaba pasar mientras ella le ignoraba completamente, cientos de veces sintió en sus venas el impulso brutal de atacar a su acompañante, pero el sentido común le hacía ver que los celos eran algo que no debía apoderarse de su mente, pues podría perderla. Solo respiraba varias veces y caminaba tras ella.
En clases sus notas bajaban, pero que más daba, si ella era de las mejores del grupo. Podía verse estudiando juntos y en más de una ocasión aquel pequeño monstruo del deseo hacía que quisiera besarla frente a todos, pero de nuevo su sentido común lo hacía recobrar la conciencia, nuevamente respiraba varias veces para calmar su alma y aquel pequeño ser, que en su interior se removía, volvía a quedarse dormido. Decidió mostrarle cientos de veces su cariño dándole regalos, mostrándole que no le importaba que los vieran juntos, pero ella ignoraba los regalos modestos, las pequeñas notas dobladas terminaban en el cesto de basura, modestos dulces que terminaban repartidos entre todos sus amigos, mensajes a su celular quienes nunca recibían una respuesta…
Ella era tan popular, tantos amigos que tenía, tantas fiestas a las que asistía…y el no podía estar con ella, no necesitaba amigos si la tenía, no pensaba en las fiestas, sino en que canciones dedicarle, no se fijaba en las tareas, solo se preocupaba por escribir cartas y poemas. Pasaba frente a su hogar con la esperanza de verla asomarse e invitarla a salir, pero siempre estaba acompañada por hombres…un hombre, un hombre de buen ver y de características atléticas, aquel hombre que siempre la recibía en la entrada, ese sujeto que siempre estaba afuera de su casa…
Las escenas eran cada vez más claras y a la vez tan revueltas, podía verla besando a su competidor, pero a la vez veía una escena común y corriente en el día. Sentía su amor al abrazarla, pero a la vez podía verla abrazar a otro hombre. El monstruo en su interior cada vez se movía mas frenéticamente, los oídos le palpitaban…se tomaban de la mano…llevaba en su mano la fuerza de vengativa…bromeaban y reían…podía sentir como el frenesí y la sed invadían su alma…la gente los saludaba y decían cosas incomprensibles…cada vez se les acercaba mas…ella parecía muy feliz…podía sentir en la nariz el olor de ambos…su rostro sonreía mientras le daba pequeños golpes a aquel joven…tenían un olor extraño…entraron en un callejón para acortar camino…era como si tuvieran casi la misma esencia…voltearon y la expresión en sus rostros fue de temor y confusión…sentía que era lo correcto y a la vez que cometía un error…ella gritaba palabras irreconocibles…sentía como la venganza y odio materializados entraban y desgarraban a su enemigo… “detente, detente, debes detenerte”…su oponente dejaba de oponer resistencia…Lo había logrado.
Al ponerse en pie sintió una mezcla extraña en su ser, había placer mesclado con dolor, repugnancia y agrado, se sentía en un mar de confusión hasta que la mano de ella se estrelló en su mejilla y lo hizo caer. –No te quiero volver a ver- decía con lágrimas en los ojos. Se dio media vuelta, -eres el peor…te odio hermano…-.
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